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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:16/07/08  

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REFERENTE DE LA OTRA IGLESIA CATÓLICA

Falleció el cura villero Rodolfo Ricciardelli

Fue uno de los fundadores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. El fin de semana fue internado en el sanatorio CEMIC por una descompensación. Hace años que padecía cáncer de medula. Este domingo una infección provocó su muerte.

El cura de la Villa 21-24 de Barracas, José "Pepe" Di Paola" así recordó a su amigo: "Su fe, su fuerza, lo hizo durar mucho más y hasta último momento estuvo con nosotros, los curas villeros. Nos deja su cristianismo popular, el amor al pueblo, y además un rayo de santidad", , quien comentó que el histórico cura del Bajo Flores, antes y durante la última dictadura militar, Rodolfo Ricciardelli, seguía involucrado con los villeros a tal punto que el viernes estuvo "en el barrio la capilla Itatí y también firmó la carta contra el plebiscito" sobre villas que proyecta el jefe de Gobierno, Mauricio Macri.

Ricciardelli, de 69 años, es recordado por ser uno de los fundadores del Movimiento de Curas para el Tercer Mundo, participó de la vuelta definitiva de Juan Domingo Perón del exilio, y peleó duramente y casi en soledad contra los desalojos ordenado por la dictadura militar en el Bajo Flores.

Desde 1973 Richard (apodo por el que se lo conocía) vivía en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores. Allí Vernazza, otro cura villereo, había levantado unos años antes la Parroquia María Madre del Pueblo, sobre la avenida Perito Moreno y Cruz, en la que hasta hace poco Ricciardelli continuaba dando misa. Durante la dictadura militar, el intendente Cacciatore aplicó el método de las topadoras para deshacerse de los barrios precarios de la Capital, denominados villas de emergencia.

El cura resistió junto a un grupo de vecinos los violentos desalojos, evitando que levantaran el barrio entero. En ese contexto cinco catequistas de la parroquia fueron desaparecidos. Entre ellos, Mónica Mignone, hija del fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales, Emilio Mignone, uno de los principales organismos de derechos humanos de nuestro país.

Los pobres lloran su pérdida. Es el caso de Esther, una joven de veinte años nacida en la villa e hija de jujeños que se conocieron en la iglesia María Madre del Pueblo. "Todavía no puedo creer lo del cura. Lo trajeron a la 1 de la madrugada (del lunes). Mucha gente lo esperaba y todos lloraban. El cura a la gente que le robaba la protegía. Iba a la casa de los chorros y le hacia devolver las cosas", relató a este medio Esther que vive en la manzana 7 y desde allí vio como a este cronista y otro colega unos pobres adictos les robaban los celulares.

Ricciardelli fue velado a cajón abierto y con una remera y bandera del Club Boca Juniors a sus pies. Lo rodeaban fotos suyas y otra del cura asesinado por la Triple AAA, Carlos Mugica.

Las misas en su homenaje eran constantes, se repitieron una tras otras, y las dieron monaguillos suyo notablemente emocionados como los curas villeros de otras parroquias.

La humilde iglesia, que además tiene comedor y jardín maternal, concentra gran parte del crisol de familias que vivien en la villa. Se ven ofrendas con banderas de otros paises, Bolivia por ejemplo, como así virgenes y jesús negros.


Zonas de no derecho

"En esos distritos de aura demoníaca donde se acumulan y agravan las dificultades viven los parias urbanos del cambio de siglo", señala el sociólogo francés Loïc Wacquant en su obra Los condenados de la ciudad (Siglo XXI Editores). Allí analiza las causas estructurales de la marginalidad urbana, tomando de casos testigos un gueto de Chicago y un barrio de un suburbio industrial de París. Wacquant, discípulo de Pierre Bourdieu, marca las diferencias y similitudes entre estos dos casos, pero también con las favelas de Brasil o las villas argentinas.

Para el autor, estos lugares estigmatizados concitan una atención desproporcionadamente negativa de parte de los medios, de los políticos y de los funcionarios estatales: "Se los conoce como las 'zonas de no derecho', 'los sectores en problemas', los barrios 'prohibidos' ó 'salvajes' de la ciudad, como territorios de privación y abandono a los que se debe temer, de los que hay que huir y es necesario evitar pues constituyen focos de violencia, vicios y disolución social".

Los curas villeros coinciden en las críticas a medios y funcionarios. "Vivir en la villa nos hace comprender, entender y valorar la vida en ella de manera distinta a lo que se escucha en el periodismo amarillo, que parece sugerir que las villas son las causantes de la mayoría de los problemas de nuestra querida Buenos Aires", señalan. Y se quejan de "la excesiva mediatización del gobierno y organismo a través de los punteros barriales", que ha generado a lo largo de los años "el gran desconocimiento de la villa y de su cultura".

El equipo de curas villeros arrancó con su labor a fines de la década del 60. Fueron una consecuencia del sismo que, en 1967, generó el manifiesto de dieciocho obispos de América Latina, África y Asia encabezados por el brasileño Helder Cámara: en el documento reivindicaban al socialismo como más cercano al Evangelio que el capitalismo. Nacía así el movimiento de curas tercermundistas que, junto con los villeros, serían legitimados por la Iglesia Católica en 1969.

 

Fuente : Noticias Urbanas / http://www.diariomardeajo.com.ar/laotraiglesiacatolicaloscurasvilleros.htm

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