Su padre había comprado un terreno en lo que hoy es la calle Cádiz 3817 -antes calle París- y allí él mismo construyó , con la sóla ayuda de un par de peones, la casa que estaba ubicada a una cuadra de la Cancha de Almagro -club que por entonces supo militar en Primera División- y que los días de partido se llenaba de gente.

Don Martín Aloy, su papá, había llegado desde Barcelona a los 20 años porque, terminado el bachillerato, había renunciado a ser seminarista y, de lo contrario, lo hubieran enviado a luchar en la guerra que en aquellos años España libraba en África.

Él nunca más volvió a su patria, y desde entonces hasta jubilarse trabajó en la Casa Cattaneo que estaba ubicada en la Avda. El Cano como un experto colocador de mayólicas. Eso lo llevó a trabajar en los murales de la línea D del Subte, en las cúpulas del Banco de la Nación Argentina y de la Aduana, cuyas construcciones datan de las primeras décadas del Siglo XX.

Años más tarde, su especialización, educación, buen trato y la confianza que despertaba su persona, lo llevaron a trabajar en el revestimiento de la pileta de natación de la quinta de Perón en San Vicente, a quien tuvo oportunidad de tratar, al igual que a su esposa la Sra. Eva Duarte.

Una vez jubilado, Don Martín Aloy se dedicó al hobbie de hacer jarrones y revestirlos con pequeños trozos de distintos azulejos. Verdaderas obras de arte que desinteresadamente regalaba a los vecinos que le solicitaban les hiciera alguno. Por ese motivo, era muy común ver sus macetas y jarrones por los distintos jardines de la cuadra y calles aledañas.

Carmen recuerda que cuando llegó al barrio había muy pocas casas, las primeras estaban entre las Avdas. Triunvirato y De los Incas. Al principio carecían de agua y luz, por lo que lograban iluminarse usando velas o faroles, y el agua la buscaban en lo de unos vecinos. "Se cocinaba a carbón o con leña", nos dice.

Las calles eran de tierra, y por ellas transitaban los vendedores ambulantes con sus carros, como los del lechero, el hielero, el carbonero, etc.

Ella fue a la escuela de Donato Álvarez (hoy Enrique de Vedia), en donde se destacó como una alumna excelente y así lo acredita con los boletines y pergaminos que aún conserva.

Concurría con sus padres, hermana y amigas a los cines Parque Chas, 25 de mayo, Grand Bourg y 9 de julio.


Se casó con Adolfo Jobe en 1943: "Conocí a mi esposo en un club que se llamaba Oasis, que estaba ubicado en Constituyentes y La Pampa. Allí trabaja como animador e imitador en los bailes", y siguió viviendo en la misma casa, en la que tenían como vecinos a Argentino Ledesma (calle Cádiz al 3700) y al jugador de fútbol Adolfo Pedernera que vivió en la calle Tréveris, frente a Torrent. "Teníamos un gato que iba a dormir a lo de los Pedernera", recuerda Carmen.

De su matrimonio con Adolfo (fallecido en 1998) nacieron Inés, Haydeé y Gabriel.

En su juventud, Carmen, que era profesora de corte y confección recibida con el título del "Sistema Mendía", trabajó cuatro años en las tiendas Etam, cerca de las Avdas. Federico Lacroze y Cabildo. Allí llegó a ser delegada y después de un conflicto gremial en el que solicitaban un aumento de salarios, la despidieron.

Luego de ello ejerció algunos años como profesora particular hasta que se dedicó por completo a la crianza de sus tres hijos. Hasta hace unos pocos meses vivió sola -porque esa era su voluntad- en la casa en que transcurrió casi toda su vida. Hoy ella reside en un geriátrico de la zona, en el cual se llevó a cabo esta entrevista y convive con sus gratos recuerdos de una época muy linda.


Agradecemos a la familia Aloy Jobe por los testimonios y material fotográfico


La casa de Cádiz 3817 en 1928 (foto gentileza familia Aloy Jobe)


La casa de Cádiz 3817 en 2005 (foto ParqueChasWeb)


Abril 2005