Portal de Parque Chas: "estamos haciendo historia"
Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:15/09/09 Fuente:Periódico EL BARRIO

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FUE INAUGURADO EN COGHLAN EL CENTRO ANA FRANK ARGENTINA

Un espacio para la memoria

Ubicado en Superí 2647, el museo combina una exposición sobre la vida de la joven alemana que vivió dos años escondida de los nazis en una casa de Amsterdam -donde escribió su famoso diario- con diversos proyectos educativos relacionados con los derechos humanos. Dialogamos con su director ejecutivo, Héctor Shalom.

Por Matías Panzitta
mpanzitta@periodicoelbarrio.com.ar

Sí, sí, es siempre la misma historia y todos tienen muy mala memoria”. Las palabras que la joven Ana Frank escribió desde su escondite en Amsterdam, Holanda, durante la Segunda Guerra Mundial bien podrían aplicarse a la realidad argentina. Sin embargo, muchos son los que trabajan a diario para que esa repetitiva historia no tenga que volver a plasmarse en un diario.

El 12 de junio pasado el barrio de Coghlan fue testigo de la inauguración del Centro Ana Frank Argentina, un espacio donde la memoria y la educación son los protagonistas. “Venimos trabajando palmo a palmo con la Fundación Ana Frank desde 1991 y esta apertura es el fruto de todos estos años de trabajo”, dice Héctor Shalom, director ejecutivo del centro y representante en el país de la institución holandesa encargada de la Casa de Ana Frank en ese país.

Ubicado en Superí 2647, el museo conjuga una muestra permanente sobre la vida de la pequeña alemana de origen judío perseguida por los nazis y un espacio de educación en temas relacionados con los derechos humanos, la dictadura y la discriminación. Sus salas recorren la historia que la niña plasmó en su diario a través de fotos familiares y sus propias palabras y el correlato de los hechos que se iban sucediendo en Europa. Además, el centro recrea la habitación donde la joven estuvo escondida de los nazis durante más de dos años. “Toda esta exposición fue preparada en conjunto con la fundación en Amsterdam”, agrega Shalom.

Como explica su director, el centro argentino está en íntima relación con la casa matriz en Holanda. “Ellos conservan la versión original del diario y la casa donde estuvo escondida de los nazis como un museo”, afirma Shalom. Esa exposición es visitada por más de un millón de personas anualmente, por lo que hace más de 15 años sus autoridades decidieron poner en marcha una muestra itinerante que recorre el mundo. “Todas las fotos y los textos se convirtieron en una exposición de 34 paneles que explican el desarrollo de la historia desde finales de la primera Guerra Mundial hasta la conclusión de la Segunda Guerra Mundial”, comenta el director.

En 1991, el titular de la fundación visitó la Argentina en busca de un representante en el país y convocó a Shalom, quien en ese entonces conducía la Sociedad Hebraica Argentina. “Nuestro primer proyecto fue ese mismo año, cuando trajimos la muestra itinerante al Teatro General San Martín”, agrega. La gran repercusión que tuvo aquella muestra impulsó a Shalom a continuar trabajando por la educación y la memoria en la Argentina. Llevó la muestra de la vida de Ana Frank por diferentes ciudades y comenzó a esbozar los primeros proyectos educativos que hoy confluyen en el centro del barrio de Coghlan.

La casa de Hilda

La ubicación del Centro Ana Frank no es una casualidad. Shalom explica que la decisión de poner en marcha la muestra resultó de una conjunción de dos procesos interrelacionados: “Luego de 18 años trabajando como representantes de la Casa de Ana Frank de Holanda, todavía no teníamos un espacio común para todas las actividades que desarrollamos”. Pero a principios de este año, dos historias se cruzaron. Al igual que el escondite que albergó a la familia Frank durante más de dos años, la vieja casona de la calle Superí y su dueña, Hilda, supieron recibir y esconder a los perseguidos por la última dictadura militar Argentina. “Esta es una casa solidaria. Muchas de las personas que pasaron por aquí afirman que esta familia les salvó la vida”, explica Shalom.

Hace una año y medio Hilda falleció y sus herederos decidieron ceder el espacio para la creación del centro. El 12 de junio pasado -mientras en la Argentina se celebraba la inauguración del “espacio para una pedagogía de la memoria”, como lo denomina su director- en Holanda se conmemoraba el 80º aniversario del nacimiento de Ana Frank. Y uno de los principales regalos que el centro argentino recibió con motivo de esta fecha fue un brote del castaño al que la joven le escribió durante el tiempo que estuvo escondida y que hoy se encuentra en el patio de la Casa de Hilda.

Además del museo, el organismo cumple un activo rol educativo. Siguiendo los lineamientos de la fundación holandesa, su principal objetivo es el desarrollo y la puesta en marcha de proyectos en temas de discriminación y derechos humanos, entre los que se destaca un fuerte trabajo de promoción de la democracia. Una de las salas del centro alberga la muestra De la dictadura a la democracia. “En la Argentina vivimos una experiencia de terrorismo de Estado de enorme virulencia y creemos que ha tomado sus principales bases del nazismo. Fueron dos procesos similares y entender uno nos ayuda a comprender el otro y viceversa”, dice Shalom.

El director comenta que, como parte del recorrido de la muestra, los visitantes también podrán participar de la experiencia Free2Choose, que promueve el debate y la integración. “Se trata de cortos en video que presentan dilemas relacionados con la libertad. Son situaciones que ponen en duda los derechos fundamentales de las personas”, explica Shalom. Uno de ellos, por ejemplo, cuenta cómo crecen en Turquía las ventas del libro Mein Kampf (Mi lucha) -en el que Hitler plasma su ideal nacional-socialista- y se presentan opiniones a favor y en contra de la libertad de imprenta. “Los asistentes votan mediante un sistema electrónico y luego se proponen debates”, explica el director.

Trabajo con la comunidad

Entre los programas educativos, Shalom resalta los planes de capacitación docente que llevan a cabo junto con el Ministerio de Educación y comenta que también están coordinando la posibilidad de que todos los cadetes de las escuelas de las fuerzas de seguridad puedan realizar una jornada en el centro. Agrega que también se está por lanzar un certamen literario para alumnos y docentes relacionados con los temas que se tratan en la institución. El trabajo con la comunidad es constante. La mayoría de los guías del museo son jóvenes voluntarios entrenados específicamente para recibir a los visitantes y brindarles todo su conocimiento. “Estamos capacitando constantemente chicos que quieran participar de nuestras iniciativas y también vamos a realizar un curso para adultos”, dice Shalom.

La respuesta del público fue inmediata. Durante el primer mes el museo recibió un promedio de 40 personas por día, sin contar con los grupos y colegios que organizaron visitas especiales. Y Shalom agrega que recibieron llamados de más de 70 escuelas para que sus alumnos recorran las salas del centro. “Lamentablemente, la epidemia de Gripe A hizo que muchas de esas visitas se posterguen”, afirma el director, quien también remarca que los vecinos del barrio mostraron mucho interés en el museo. “Estamos convencidos de que este será un espacio muy valioso para la Ciudad de Buenos Aires y especialmente para el barrio de Coghlan”, dice Shalom.

Datos útiles
Centro Ana Frank Argentina
Superí 2647. Teléfono: 3533-8505
Martes a sábados de 14 a 19
E-mail: argentina@annefrank.nl
Voluntarios: voluntarios.anafrank@gmail.com

Las habitaciones de atrás

El Diario de Ana Frank, relatado en el lenguaje de una niña de 13 años, es un fiel reflejo del asedio vivido por el pueblo judío bajo el dominio nazi. Tras el ascenso de Adolf Hitler en Alemania, la familia Frank -Ana, sus padres Otto y Edith y su hermana Margot- se mudó a Amsterdam, donde vivieron alejados de los peligros de su país natal hasta 1940, cuando las fuerzas alemanas invadieron Holanda.

Poco tiempo después, la persecución de la que hasta ese momento sólo se habían enterado a través de las cartas que enviaban sus familiares se hizo realidad: la hermana de Ana, tres años mayor que ella, recibió una citación obligatoria para presentarse en un campo de trabajo en Alemania. Inmediatamente, Otto Frank decidió esconder a su familia. Se mudaron a las plantas superiores de un inmueble deshabitado en el centro de Amsterdam, que se encontraba detrás de donde el padre de Ana tenía su empresa. Allí vivieron junto con otras cuatro personas durante más de dos años en los que Ana escribió su diario, cuya publicación original se tituló Las habitaciones de atrás, en una clara alusión a su escondite. Finalmente, las fuerzas nazis encontraron a la familia Frank y los trasladaron a campos de concentración.

Ana murió a los 16 años a raíz de fiebre tifoidea en Bergen-Belsen, sólo unas pocas semanas antes de que el campo de concentración fuera liberado. El único que sobrevivió fue Otto Frank, quien recuperó el diario de su hija de manos de Miep Gies -una de las protectoras de la familia mientras estuvo escondida en Amsterdam- y luego lo publicó para cumplir el sueño de Ana de convertirse en escritora.




 


 








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