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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:28/01/11  

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NUESTRA ARQUITECTURA

Clorindo Testa, de nuevo en el barrio

Un nuevo proyecto para el barrio de Villa Urquiza le fue otorgado al distinguido arquitecto Clorindo Testa como premio a su larga trayectoria profesional. En esta ocasión dejará su sello a través de un trabajo paisajístico en unas pequeñas plazas, que hoy se encuentran en estado de abandono dentro del trazado de la ex Autopista 3.

Por Arq. Jorge Luchetti

A veces sorprende saber que aquellos que pasaron a ser prohombres de nuestra ciencia y cultura debieron esperar a su vejez, o incluso a su muerte, para ser reconocidos por el conjunto de la sociedad. Nombres bien acreditados, como los de Jorge Luis Borges, René Favaloro y otras tantas figuras de gran notoriedad, debieron esperar al final de sus vidas para que la sociedad pusiera interés en sus obras. Cuando hablo de reconocimiento no me refiero a colocar una placa más en algún parque o calle de la ciudad, ya que como decía el propio Borges “sería horrible pasar por una calle llamada Jorge Luis Borges”. Lo que más temía nuestro memorable escritor era que alguien se preguntara quién era ese tal Borges. Como una paradoja de la vida y a pesar de su férrea oposición a esa idea, la ex calle Serrano en el barrio de Palermo hoy lleva su nombre. El verdadero homenaje a estas figuras representativas de nuestro país pasa principalmente por la difusión y prolongación de sus obras. O sea, una forma de extender la vida de nuestros próceres. Por ejemplo, en el caso de Borges esta continuidad queda en evidencia en el trabajo de María Kodama, quien se dedica incansablemente a la expansión de las obras del escritor. De la misma forma, la vida de Favaloro sigue enlazada con la fundación que lleva su nombre.

Esta especie de preámbulo tiene como objetivo que reflexionemos acerca de reivindicar y difundir la figura de otras personalidades de la Argentina, que son desconocidas por el común de la sociedad y aún están entre nosotros. Un ejemplo que ya deberíamos poner en práctica sería el de reivindicar al maestro Clorindo Testa, uno de los próceres de la arquitectura y la plástica de nuestro país. Aunque alguno se sorprenda, hay muchas personas que desconocen sus obras no sólo como artista plástico sino también como arquitecto. Es común escuchar aquella frase nefasta que dice “si uno no aparece en la TV no existe”. No sólo me refiero a gente del espectáculo: muchos artistas plásticos, escritores e intelectuales pululan por los distintos canales de televisión para promocionar sus obras y hacerse conocidos. Sin vacilación, decimos que Clorindo no necesita de este tipo de difusión.

Testa es bien conocido dentro del círculo de arquitectos y de artistas plásticos. Sin embargo, he comprobado que muchos de aquellos que están apenas alejados del arte nunca escucharon hablar de él, lo que revela un desconocimiento de la cultura por parte de nuestra sociedad. De todas formas vale aclarar que algunas obras de Testa han trascendido más allá de las fronteras y quizás esto sea un primer paso para que los argentinos valoremos a las personalidades que nos rodean, ya que solemos ser tan inseguros que necesitamos que los demás nos muestren a los hombres de valor que trabajan en el país.

Le sobran pergaminos

Clorindo Manuel José Testa nació en Nápoles un 10 de diciembre de 1923. Es sin duda uno de los arquitectos argentinos más importantes de estas últimas décadas. Digo argentino ya que a los pocos meses de vida llegó con su familia al país, donde además de adoptarlo como propio se desarrolló como profesional de la arquitectura y de la plástica.

Su larga trayectoria queda plasmada por la importancia de los trabajos realizados y de los que hoy, a los 87 años de edad, sigue generando. Es que la originalidad y su audacia en el diseño distinguen su sello, por eso él dice “me gusta que mis obras hablen de mí”; estas obras fueron siempre ganadas por concurso, compitiendo en igualdad de condiciones con sus pares. Durante su carrera laboral Testa siguió sin adherirse a modas impuestas o estilos internacionales y creó siempre una arquitectura muy personal que nace de las consideraciones del contexto a intervenir influenciado por el color, la elasticidad de las formas, las metáforas y la plasticidad. A pesar de su personalismo en lo estilístico, sus primeras construcciones están encuadradas como los mejores exponentes del brutalismo en Sudamérica (escuela arquitectónica entre los años 50 y 70, cuya principal característica es el hormigón crudo).

Los edificios más representativos de Testa son la Biblioteca Nacional, el ex Banco de Londres (hoy Banco Hipotecario), el Hospital Naval (en Parque Centenario), el Centro Cultural Recoleta y el Auditorio de la Paz, en el barrio de Villa Urquiza. En este último se ve la mano del maestro en la riqueza de sus formas, su geometría y espacialidad, tanto en el exterior como en su interior. Incluso la geometría de sus vanos es un detalle bien personal.

Otra de sus construcciones paradigmáticas es la casa La Tumbona, diseñada en 1986 y ubicada en las playas de Ostende, una ciudad costera del partido de Pinamar. Está elevada sobre pilares cercana al mar y las olas a veces pueden llegar debajo de ella, dejando la sensación de estar a bordo de un buque en alta mar. La vivienda está hecha de hormigón, con diferentes formas cúbicas, angulares y confusas a primera vista en sus geometrías, pero de muy clara espacialidad. A lo largo de su vida Testa recibió infinidad de galardones tanto de tipo nacional como internacional, entre los que podemos destacar el Primer Premio Nacional del Instituto Torcuato Di Tella, con un jurado integrado por figuras tan destacadas como el crítico de arte italiano Giulio Carlo Argan y el argentino Jorge Romero Brest.

También recibió el Premio Konex de Platino en la disciplina Artes Visuales-Arquitectura en Buenos Aires; el Primer Premio en la Bienal Internacional de Punta del Este (Uruguay); el Gran Premio Latinoamericano de Arquitectura; el Primer Premio en la exposición 30 años de las Naciones Unidas en Zagreb, antigua Yugoslavia; el Gran premio de la XIV Bienal de San Pablo (Brasil) junto al Grupo de los Trece y otras tantas menciones que vienen a afirmar su larga trayectoria laboral. Incluyamos otra labor meritoria, como el Primer Premio en el concurso Programa de Renovación Urbana de Puente Saavedra. Agreguemos además que fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires y Ciudadano Ilustre de nuestra Ciudad en 2006. Pero a pesar de todo lo ganado, más el prestigio indiscutible de sus obras, sigue siendo Testa, lamentablemente para algunos, un desconocido.

Premio algo mezquino

Hace unos meses hemos hablado de la aprobación del plan de recuperación de los terrenos abandonados de la ex AU3 y criticamos el proyecto, principalmente por dejar pasar por alto la gran oportunidad de transformar todas esas manzanas (será conocido como Barrio Parque Donado-Holmberg) en un gran espacio verde para la ciudad, pero la especulación inmobiliaria todo lo puede y la construcción de un gran parque, tipo Central Park, quedó de lado para dar paso a un importante negocio. Si bien puede parecer entendible por el valor del metro cuadrado en la zona, a futuro la ciudad pagará las consecuencias.

A pesar de toda esta polémica, la buena noticia para los vecinos del barrio es que aquellos pequeños espacios verdes públicos, en este caso nos referimos a dos plazoletas aledañas a la estación Drago de la ex Línea Mitre y a la sede del CBC, que hoy están prácticamente en estado de abandono, serán recuperadas y proyectadas por el maestro Clorindo Testa, lo que nos da cierta garantía de que alguna genialidad plasmará en el lugar. Estos pequeños terrenos, que se encuentran en muy mal estado, en poco tiempo tendrán el sello de Testa, según aseguraron desde el Gobierno de la Ciudad. En cuanto al proyecto, si bien no está totalmente definido el afamado arquitecto adelantó que no consistirá en la colocación de arbolitos; como no podía ser de otra forma, no se va a tratar de un diseño convencional y aburrido. Testa cree que en lugar de un papel o dinero el Gobierno de la Ciudad le dio el diseño de esta obra como premio a su trayectoria. Si bien parece una distinción un poco mezquina, no deja de ser auspicioso darle cierto reconocimiento a personalidades de cara al futuro.

Grandes representantes de las letras, como lo fueron Julio Cortázar, en su obra Rayuela, o Ernesto Sabato, en su célebre Sobre héroes y tumbas, hacen referencias -y a su vez inmortalizan- la obra del genial Testa.

Como no podía ser de otra forma, incluso en sus definiciones sobre la arquitectura y la ciudad Clorindo se muestra atípico. “Cada nuevo proyecto me da mucha alegría”, asegura. Y afirma: “Una ciudad desordenada puede resultar linda y una muy ordenada puede ser aburridísima”.

Fuente: Periódico El Barrio




 


 








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