Portal de Parque Chas: "estamos haciendo historia"
Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:18/09/08 Fuente:Periódico El Barrio

Funciones de la nota


A 75 años de las históricas actuaciones de Carlos Gardel en el Teatro 25 de Mayo

El Morocho de Villurca

En 1933 Carlos Gardel se presentó cuatro veces en la sala de Triunvirato 4440. Pese al esfuerzo de los cronistas por documentar aquellos recitales, poco y nada se sabe con certeza. Reproducimos los testimonios de vecinos que presenciaron esos shows y, en exclusiva, un aviso del diario La Nación. Tras años de investigar el tema, este periódico revela cómo fue realmente el episodio artístico más trascendente de Villa Urquiza.


Por Javier Perpignan
jperpignan@periodicoelbarrio.com.ar


Hace 75 años se produjo un acontecimiento artístico que marcó a fuego la historia del barrio, hasta el punto de transformarse casi en una leyenda épica: las cuatro actuaciones de Carlos Gardel en el Cine Teatro 25 de Mayo, de Triunvirato 4440. Las históricas presentaciones ocurrieron el 10 y 11 de junio y el 9 y 10 de setiembre de 1933, en el marco de una gira que el Zorzal Criollo hizo por los barrios de Buenos Aires. Sin saberlo, sería la última antes de partir a Europa y luego fallecer trágicamente en Medellín dos años después.

Según los historiadores, no se hallaron documentos periodísticos y fotográficos fehacientes que nos permitan echar algo de luz sobre lo sucedido por aquellos días. Sin embargo, y gracias al aporte del vecino Oscar Traviesas, El Barrio logró la prueba que muchos no encontraban: un pequeño anuncio en la cartelera cinematográfica del diario La Nación de las dos presentaciones del mes de setiembre. También, como respuesta a una amplia convocatoria formulada durante años a los lectores para que aportaran documentos y anécdotas, conseguimos recopilar el testimonio de varios vecinos que presenciaron esos recitales. Seguramente sus recuerdos están agigantados por el bronce y el paso de los años, pero sin duda constituyen una fuente invalorable que nos permite develar parte del misterio. Con algo de mito, un poco de realidad y mucho de leyenda, Villa Urquiza todavía recuerda el paso de Gardel como un hecho único que se resiste a quedar en el olvido y que ya forma parte de la mitología popular urquicense.





Gardel en el 33

Las investigaciones realizadas sobre la vida del Morocho del Abasto señalan que en 1933 regresó a Buenos Aires luego de una larga estadía en Europa. En su libro Carlos Gardel, su vida, su música, su época, Simon Collier, un profesor de Historia en la Universidad de Essex, Inglaterra, cuenta que una vez llegado a la Reina del Plata Gardel entró en “un nuevo frenesí de trabajo” que se prolongó durante los últimos diez meses que estuvo en la Argentina: radio, grabaciones, giras por el interior y los barrios de la ciudad ocuparon su agenda de trabajo en esos días. Collier sostiene que el Zorzal “se empeñaba en convencer al público -tal vez a sí mismo- de que a pesar del estrellato internacional sus raíces argentinas aún eran sólidas”.

Otro investigador, en este caso argentino, porteño y vecino del barrio, Ricardo Ostuni, tiene una mirada diferente de la de Collier: “En 1931 la revista La canción moderna, luego Radiolandia, organizó un concurso de cantantes y expresamente lo dejó afuera a Gardel. Esto denota algo. Ya tenía una fama bien ganada, pero esa fama era entre los tangueros. Como él no actuaba mucho en las radios y casi no estaba en Buenos Aires, quizá no fue un nombre cotidiano para la gente del común. Por eso creo que las presentaciones en el 25 de Mayo hay que ponerlas en el contexto de la época. De todos modos, la mayoría reconocía que era un cantor excepcional, fuera de los moldes conocidos. Uno tiene la imagen de un Gardel triunfador, pero él tuvo muchos sinsabores y contratiempos. Estando en Nueva York se quería volver porque no pasaba nada”, sostiene Ostuni.

Para reafirmar esta teoría hay una jugosa anécdota que refleja la controvertida relación de Gardel con el público porteño. “Entre las muchas cosas que sucedieron en ese año 1933 me llama la atención una actuación en el Teatro Broadway, en donde las crónicas de la época dice que hubo poco público -cita Ostuni-. Algunos hablan de sólo cinco filas de público, yo creo que no debería haber más de diez filas. Hay que tener en cuenta que Gardel estaba alejado del medio local desde 1927 y la gente, en esa época, conocía a los cantores a través de ese gran medio que es la radio”. Ostuni sostiene que “la costumbre de los diarios de la época de asignarle más importancia a lo internacional que a lo local limitaba mucho la repercusión que pudiese tener Gardel cuando actuaba. Si bien él tenía un público que lo seguía, la ausencia prolongada de los escenarios porteños lo dejaba en desventaja con respecto a otros artistas como Santiago Devin, quien era el cantor más popular de ese momento y que hoy nadie recuerda”.

A pesar de estas circunstancias, en esa época Gardel no paraba de trabajar e iba de barrio en barrio, de ciudad en ciudad. Así quedaron registradas sus presentaciones en el mes de mayo por Remedios de Escalada, Azul, Olavarría, Bahía Blanca, Tandil y Tres Arroyos. En Buenos Aires actuó en junio en el Teatro San Martín y comenzó una gira por los barrios porteños: el cine Edison de la Avenida Rivadavia, el Urquiza de Parque Patricios y, el 10 y 11, sus dos primeros recitales en el Cine Teatro 25 de Mayo, de Villa Urquiza. Después siguió por Avellaneda y Florencio Varela. Agosto lo encontró con una serie de presentaciones en el interior de la provincia de Buenos Aires (Chivilcoy, Junín, Chacabuco) y en setiembre volvió a presentarse en varios lugares de la Capital, entre ellos Villa Urquiza los días 9 y 10. Queda descartado, sin duda alguna, que haya sido el 25 de Mayo la última sala que lo vio cantar en la Argentina.

Las otras veces del Zorzal

Los únicos registros probados de la presencia del creador de Mi Buenos Aires querido en Villa Urquiza son en esas cuatro presentaciones en el Cine Teatro 25 de Mayo, pero el profesor Ostuni consiguió documentar otros pasos del Zorzal por la zona. Si bien considera que Villa Urquiza es un barrio más tanguero que Belgrano, contrariamente a esa expresión hay varios indicios de la presencia de Gardel por aquel barrio porteño antes de 1933. Cuenta Ostuni que la zona más tanguera era el Bajo, en donde había muchos studs.

“Es probable que Gardel haya cantado mucho allí, aunque no quedó documentado. El historiador Enrique Mayocchi recogió el testimonio de la madre del escritor Luis Soler Cañas sobre una presentación en 1914 o 1915 del dúo Gardel-Razzano. Dice que actuó en una sociedad llamada la Estrella Polar, que estaba ubicada en Cabildo entre Olazábal y Blanco Encalada, y que interpretó la canción Carretero. Yo documenté actuaciones en los años 1925 y 1926 en el Cine General Belgrano, ubicado en Cabildo 2165. Allí cantaba en los entreactos. Volvió a la zona en 1930 para presentarse en el Cine Mignon, de Cabildo y Juramento. Esto demuestra que Gardel tenía una presencia importante en esta parte de la ciudad. Por eso no es de extrañar que luego de la inauguración del Cine Teatro 25 de Mayo, ocurrida en 1929, la flamante sala del barrio adquiriera cierto renombre y Gardel haya decidido incorporar a Villa Urquiza en sus actuaciones”, razona Ostuni.

Sobre las cuatro actuaciones de Gardel en el barrio, escasea la documentación que aporte datos concretos e irrefutables. El propio Ostuni dice con cierta desazón que no ha podido hallar crónicas periodísticas: “Busqué por todos lados, pero no las he conseguido. Hasta consulté a diversos colegas e historiadores y ellos tampoco tienen material sobre el tema”.

-¿Cómo piensa que pudieron haber sido aquellas actuaciones?

-Yo creo que debe haber actuado exclusivamente para el público del barrio, con la repercusión acorde a la cantidad de habitantes que tenía Villa Urquiza en aquel entonces. Pensemos que hoy conectarse con Cabildo es fácil pero en 1933 la única vía era el tranvía, al que se denominaba el tranwaycito. Hay un vecino que dice que Gardel estrenó el tango Silencio durante esas actuaciones. Yo lo dudo porque esa canción se incorporó a una película más tarde, pero quién sabe. El cantaba con sus guitarristas, rascaba un poco la guitarra e inventó para el tango lo que se conoce técnicamente como el rubato, que consiste en robarle un compás a la música, lo que obligaba a los guitarristas a seguirlo.

-¿Por qué es escasa o nula la documentación sobre estos temas?

-No hay que tomarlo con sorpresa. Cuando uno investiga la historia del tango descubre que no hay documentación hasta los años 50.

-¿Existen registros de otras actuaciones de Gardel en Villa Urquiza específicamente?

-Yo estoy investigando desde hace 25 años la vida de Carlos Gardel y estas fueron sus cuatro únicas actuaciones registradas en el barrio. Nadie encontró nada más. Aunque yo supongo que quizá debe haber realizado algunas presentaciones en casas de amigos, sobre todo en la zona de Belgrano.

También en el 9 de Julio

Otro historiador, el Dr. Luis Alposta, afirma que hubo una primera actuación de Carlos Gardel, a dúo con José Razzano, en Villa Urquiza. Fue en 1914, en el Cine Teatro 9 de Julio. Alposta dice que este dato se lo aportó Pacífico Lambertucci (1891-1976), músico, compositor y uno de los primeros vecinos en trascender las fronteras del barrio, cuyo tango Carne de cabaret fue grabado por Gardel en 1920. Este dato es respaldado por el hecho de que ese año el dúo debutó junto con la compañía Ducasse-Alippi en el Teatro El Nacional, el 8 de enero. A partir de allí realizó una serie de actuaciones en distintos teatros de la ciudad.

La poca información de aquellas actuaciones permite que hayan circulado muchas historias, difíciles de probar incluso para los propios historiadores. Cuenta Ostuni que existe una anécdota no corroborada, porque está en discusión el hecho que la motiva. “La afirmó Tabaré di Paula, un periodista e investigador uruguayo, en un artículo llamado Gardel, mártir orillero. Allí publica una tarjeta postal que está dedicada a un capitán del Ejército, de apellido Villanueva, que supuestamente estuvo preso en Ushuaia por participar de la revolución radical de 1905. Habría estado detenido junto a Carlos Gardel, aunque no está comprobado que sea efectivamente el Morocho, por delitos comunes. Cuando en 1907 el presidente Figueroa Alcorta le da el indulto a los sublevados la fecha coincide con la salida de Gardel. Ambos emprendieron el regreso en barco y al parecer Villanueva se mareó cuando salió de Cabo de Hornos. Al llegar a Buenos Aires los amigos le hicieron una tarjeta para cargarlo por su indisposición. Una de las firmas sería la de Carlos Gardel. La anécdota se vincula con las presentaciones en el 25 de Mayo porque es el lugar en donde se habría encontrado con el hijo del capitán Villanueva para recordar aquella travesía que dio pie a una amistad”, relata Ostuni.

El historiador reconoce que es probable que Gardel haya salido a la calle a cantar apoyado en un auto como agradecimiento a la multitud que no pudo entrar, pero relativiza el fervor del público y, sobre todo, el número de personas que formaban esa multitud: “Si tomamos la cantidad de habitantes que había en Villa Urquiza en 1933, ¿cuánta gente pudo haber para hablar de muchedumbre? Creo que hubo más de fantasía de lo que ocurrió en realidad. Los urquicenses podemos decir que tenemos un lugar en donde cantó Gardel, pero en su momento fue una de las tantas salas de barrio en donde lo hizo. Espero que ningún lector se enoje, pero esta es mi conclusión. Desde ya que para el barrio y la ciudad estas actuaciones marcan un hito”, concluye Ostuni.

Alposta acuerda con su colega acerca de la repercusión que tenía Gardel entre la gente: “El no era un artista que llenara los teatros. Más allá de las costumbres de la época, si cantaban Gardel y enfrente lo hacía Santiago Devin éste llenaba y Gardel no. Lo increíble de esta historia es cómo después de su muerte se creó el mito. Lo que en realidad pasó es que a la salida del teatro fue rodeado por diez personas, pero con los años esos diez se transformaron en miles”, opina Alposta.

Vox populi, vox dei

El único documento encontrado hasta el momento -y que El Barrio reproduce en exclusiva en esta edición- corresponde a dos pequeños anuncios publicados en la Sección Espectáculos del diario La Nación el sábado 9 y el domingo 10 de setiembre de 1933. Escuetamente se informa del debut de Carlos Gardel y sus guitarristas y el costo de la platea: $ 1. Las otras atracciones de la velada consistieron en la película Dos noches, en castellano, con José Crespo y Conchita Montenegro; el match Carnera-Sharkey (N. de la R. El 29 de junio de 1933 el boxeador italiano Primo Carnera derrotó al norteamericano Jack Sharkey por KO y se consagró campeón mundial de los pesos pesados); La salida de Balbo de Obertello y Maniobras Italianas. Si observamos detenidamente el aviso podemos hallar una curiosidad: no se especifica el horario de inicio y término de los espectáculos.

Ante la escasez de datos fidedignos, durante años realizamos una convocatoria pública a los lectores que presenciaron aquellas históricas actuaciones de Carlos Gardel para que cuenten sus recuerdos e incluirlos en esta investigación. Seguramente, por el paso de los años, la juventud de sus protagonistas y la devoción que se profesa por el Zorzal Criollo, esos recuerdos no se ajusten exactamente a lo que fielmente ocurrió. Pero estos son los únicos testimonios que nos permiten acercarnos un poco a la verdad y alejarnos del mito. Alberto Vidal es un vecino de toda la vida de Villa Urquiza y sus recuerdos más antiguos datan de cuando su padre le contaba cómo había sido la inauguración del Cine Teatro 25 de Mayo.

Con 83 años, se emociona cuando habla del barrio y con lujos de detalles cuenta cómo fue ver a Gardel: “Yo tenía ocho años y como mi mamá estaba embarazada de mi hermana, que estaba a punto de nacer, terminé acompañando a mi papá. Compramos dos plateas. No recuerdo con exactitud pero sería entre la sexta y octava fila, por lo que lo vi bien de cerca. Cuando abrió el telón él se paró en el escenario con su guitarra y la gente lo empezó a aplaudir a rabiar. Fue apoteótico. Tenía una estampa impresionante, estaba bien trajeado con corbata y peinado a la gomina. Casi no podía cantar porque la gente lo interrumpía a cada rato con ovaciones. Interpretó quince canciones, entre ellas Silencio y Milonga del 900. Se presentó con sus guitarristas y no tenía micrófono. Fue una actuación extraordinaria. Cuando terminó el espectáculo, salió al hall y siguió cantando media hora más frente a las boleterías. Pero ya era tarde y como tenían que cerrar el teatro literalmente nos echaron, por lo que siguió cantando en la calle apoyado en el paragolpes de un coche. A todo esto eran como la una de la madrugada. Lo recuerdo bien clarito”.

Dirk Kraayenbrink es un vecino preveniente de Holanda. En declaraciones al portal Parque Chas Web se transportó a sus trece años y al día en que el Zorzal Criollo lo deslumbró desde el escenario del 25 de Mayo: “Yo era un pequeño adolescente. Recuerdo que aquel día cantaba Gardel en el 25, me fui hasta la puerta del teatro a curiosear y el empleado de la boletería se acercó y me entregó una pila de folletos de propaganda del recital para repartir en la calle. Entonces le pregunté si después podía entrar gratis y me contestó: ‘Vos me venís a ver a mí y yo te dejo pasar’. No me olvido de que el teatro estaba lleno de gente por todos lados, llegaban hasta la entrada. Yo vi todo el espectáculo, estuve casi pegado al escenario. Carlitos cantó Pobre gallo bataraz, Viejo smoking, Tomo y obligo. Después contestó algunas preguntas de la gente y cuando terminó el recital no lo vi salir, porque se fue por atrás. Lo triste es que poco tiempo después fui al cementerio de Chacarita para ver el entierro”.

Otra mirada de aquellos recitales las aporta Juan Carlos Cartasegna (74). Recuerda que sus padres Juan Bautista y Ernesta Augusto, acompañados por Ñata, una tía de Ernesto, fueron a ver al Zorzal y se ubicaron en el palco que estaba ubicado al costado de los camarines. Entonces alguien desde el gallinero le gritó zaino (N de la R. Sinónimo de caballo de pelaje negro o castaño oscuro). Concluida la actuación, se pudo observar cómo Gardel se retiraba ofendido, refunfuñando “¡qué indiada!”. Al término del recital, los Cartasegna esperaron en el hall la salida del Morocho para saludarlo, porque la tía Ñata vivía en el Abasto a pocas cuadras de la casa de Jean Jaures.

Obviamente no se sabe qué hizo Gardel una vez que terminó su trabajo en el 25 de Mayo, aunque hay dos versiones bastantes coincidentes: se habría dirigido hacia Monroe y Triunvirato. Oscar De Tomasso trabaja desde hace más de treinta años junto a su hermano en el Mercado Urquiza. Oscar asegura que cuando empezó con su local de verduras los viejos puesteros, que todavía seguían trabajando, contaban que Gardel habría pasado por el Mercado para rumbear hacia el Café Costa Rica, en cuyo solar hoy se levanta el restaurante Pindal. Otro vecino, Oscar Vicente Giunti (75), completa la escena con un recuerdo de su padre Vicente,quien asegura que parado en la esquina de Monroe y Triunvirato Gardel miraba hacia la estación del ferrocarril. Mientras contemplaba lo despoblado de la zona le habría dicho a uno de sus guitarristas: “Esto se parece a la Siberia”.

Exageración, recuerdos agigantados por el paso del tiempo, memoria distorsionada por la pasión... Lo único cierto es que estos son los únicos testimonios que quedan para reconstruir, aunque sea un poquito, lo que ocurrió aquellos días de junio y setiembre de 1933. Por eso, después de tantos años transcurridos, es lógico que esas presentaciones de Gardel en Villa Urquiza estén más cerca de la leyenda que de la verdad rigurosa. Pero algo es seguro: los que estuvieron esa noche juran que fue verdad.

Yo fui testigo

Rosa Murano es una vecina de Villa Urquiza de toda la vida que el martes 12 de agosto festejó sus primeros 94 años de vida. Rodeada por sus seres queridos, quienes le manifestaron su afecto y la saludaron por su cumpleaños, hizo un alto en el festejo y recordó su vivencia de cuando fue a las puertas del 25 de Mayo para ver qué pasaba con ese cantor llamado Gardel. Rosa recuerda el gentío que lo esperaba a la salida del teatro mientras adentro se llevaba a cabo el espectáculo. De repente se abrieron las puertas y los que estaban afuera pudieron acercarse para escuchar el resto de la actuación: “Esto fue a pedido del propio Gardel al enterarse de la cantidad de gente que no había podido entrar -asegura Rosa-. Cuando salió, todo el mundo se le tiraba encima y le desgarraban el saco, la corbata y el pelo. Luego entonó algunas canciones en la vereda con el pie apoyado en el alerón de un auto”.

Algunas originalidades de Gardel

Por Luis Alposta
luisalposta@fibertel.com.ar
* Fue nuestro primer cantor nacional.

* En nuestro canto popular, fue el primero en adoptar técnicas del bel canto.

* Fue el primero en grabar Mi noche triste, el primer tango-canción.

* Fue quien creó la manera de cantar el tango.

* Fue el primer gran melodista que tuvo el tango.

* Actuó en los primeros “cortos” con banda sonora filmados en el país.

* Fue, como intérprete en dichos “cortos”, precursor del videoclip.

* Fue el primer artista argentino que, en roles protagónicos, filmó en Estados Unidos.

* Por primera vez en la historia de la cinematografía, y en más de una sala, los operadores se vieron obligados, a pedido del público, a rebobinar la cinta y emitir nuevamente la canción.

* Fue el primer artista argentino que ha logrado trascender a nivel mundial.

* Fue el primero en cantar por radio en dúplex, en vivo (él en Estados Unidos y sus guitarristas en Buenos Aires).

* Fue el primero en grabar a dúo consigo mismo.

* Ha sido el único argentino al que se le adjetivó el apellido. Adjetivación hecha como sinónimo de excelencia.

* Y algo más en lo que también ha sido él el primero: del 2 al 5 de octubre de 1992 la Alianza Francesa, con el título “El encuentro de dos mundos”, organizó una muestra de humor gráfico de Francia y Argentina en el Centro Cultural Recoleta. Se expusieron obras de la Fundación Museo “Severo Vaccaro” y se realizó el primer intercambio por fax entre dibujantes de ambos países. Fue un retrato de Gardel el primero en llegar a Francia, vía fax. Se trata de un dibujo de mi autoría cuyo original se encuentra en el Museo de la Caricatura y una única copia autenticada en la Galería del Café Tortoni.





 


 








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