Portal de Parque Chas: "estamos haciendo historia"
Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:22/08/08  

Funciones de la nota





POR UNA VOLUNTAD DEL LIBERTADOR

El socialismo promueve el traslado de los restos de San Martín a la Recoleta



El diputado y presidente del Partido Socialista de la Ciudad, Roy Cortina, presentó un proyecto para trasladar los restos del General José de San Martín desde la Catedral Metropolitana al Cementerio de la Recoleta, en el marco de un nuevo aniversario de su fallecimiento.

“El sentido de trasladar sus restos se basa, en primer lugar, en respetar el deseo del propio general San Martín, que, tal como lo expreso en su testamento, quería que su corazón descansara en el cementerio de Buenos Aires”, señaló el diputado.

“San Martín merece que cumplamos su voluntad y merece también que el lugar donde descansen sus restos, sea acorde en su magnitud y visibilidad, al lugar que le hemos dado en nuestros corazones y en el de nuestra patria”, agregó.

Por último, Cortina señaló que “sin negar la calidad de la escultura y el mausoleo, se termina prácticamente ocultando a un costado de la Catedral metropolitana, en un espacio físico no acorde con la grandeza e importancia que tiene para el conjunto de los argentinos y argentinas, aquel a quien el consenso histórico de nuestro país lo reconoce como el Padre de la Patria”.

El proyecto señala que el Mausoleo será emplazado con frente a la entrada principal del Cementerio, en las cercanías de la tumba de Remedios Escalada de San Martín; que el traslado se realizará el 9 de julio de 2010, en el marco de los festejos del Bicentenario y que se llamará a concurso público y abierto a artistas nacionales para su diseño y construcción.


FUNDAMENTOS

Desde 1880, los restos del general José Francisco de San Martín y Matorras, descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires. El mismo se encuentra custodiado permanentemente por dos granaderos. Pero su emplazamiento es parte de una larga historia. El Libertador falleció el 17 de agosto de 1850, en Boulogne Sur Mer, Francia, país al que llegó después de un auto exilio decidido en 1824.

Aproximadamente 20 años después, el 3 de enero de 1844, en París redacta su tercer testamento. El punto 4º del mismo dice textualmente: “Prohibo el que se me haga ningún género de Funeral, y desde el lugar en que falleciere se me conducirá directamente, al Cementerio sin ningún acompañamiento, pero si desearía, el que mi Corazón fuese depositado en el de Buenos Ayres".

En 1877, el presidente Nicolás Avellaneda creó la "Comisión Central de Repatriación de los Restos del general San Martín". El cuerpo llegó a la Argentina el 28 de mayo de 1880. A pocos días no más y como símbolo contrario a lo soñado por el Libertador se desencadenaron los luctuosos combates de Las Barracas y Puente Alsina, por la federalización de Buenos Aires.

La "Comisión Central de Repatriación de los Restos del General San Martín", además de su misión específica, debía llevar a cabo la elección del proyecto de mausoleo y del recinto en que se construiría.

A comienzos de 1877 han ya pasado dos años de la muerte de Mercedes San Martín de Balcarce el Presidente Nicolás Avellaneda estima que, sobre la base de lo que ya viene haciendo la Municipalidad porteña, el momento es propicio para hacer un llamado al pueblo. Lo formula el 5 de abril, día en que se cumple un nuevo aniversario de la batalla de Maipú, y convoca a todos “para reunirse en asociaciones patrióticas, recoger fondos y promover la traslación de los restos mortales de don José de San Martín para encerrarlo dentro de un monumento nacional, bajo las bóvedas de la Catedral de Buenos Aires”. Seis días después, el 11, Avellaneda firma el decreto de creación de la Comisión encargada de restituir a la Patria los restos del Libertador.

La comisión designada se constituye el 24 de abril. La integran inicialmente el vicepresidente de la Nación, don Mariano Acosta, que será su Presidente; el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, don Salvador María del Carril; el Presidente de la Municipalidad de Buenos Aires, don Enrique Perisena,; el general Julio de Vedia; don Antonio Malaver; el secretario del Senado, don Carlos Saravia, y el secretario de la Suprema Corte de justicia de la Provincia de Buenos Aires, don Aurelio Prado y Rojas. Esta comisión funcionará durante casi cuatro años.

Para 1878 se habían presentado seis proyectos: el del Escultor francés Albert Carrier-Belleuse, el del italiano Antonio Tantardini, autor de "La Dolorosa" del Sepulcro del General Quiroga en La Recoleta; los de N. Burgos, Ernesto Bunge y Camilo Romairone, los tres argentinos; y el de un escultor italiano radicado en Buenos Aires.
Analizados los proyectos, se eligió el presentado por Carrier-Belleuse, autor de la figura del General Belgrano ubicada muy cerca, en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.

El historiador Jorge Manuel Bedoya dice al respecto:

"El mausoleo de San Martín es un claro exponente de los monumentos cívicos con que el Siglo XIX honró a los hombres ilustres. En él se encuentran elementos típicos del academicismo francés de la segunda mitad de esa centuria. Vemos así la utilización de formas neoclásicas en la composición simple y definida de la obra, en la confección de un sarcófago con reminiscencias de la antigüedad grecorromana y en la personificación de las tres repúblicas y mientras se insinúan aires románticos en el modo como asoma el capote sobre los bordes de la urna, en los intentos por otorgar individualidad a la figura y en el plegado de algunos paños."

Tres figuras femeninas que representan a Argentina, Perú y Chile custodian la urna talladas en mármol de Carrara. El basamento es de mármol rojo de Francia y el resto del monumento está realizado en casi su totalidad en mármol rosado, mientras la lápida está ejecutada en mármol rojo imperial. Sobre ésta está asentado el sarcófago de color negro belga.

Junto al Libertador se hallan las urnas conteniendo los restos de los Generales Juan Gregorio Las Heras y Tomás Guido y los del Soldado Desconocido de la Independencia.

La ubicación de los restos del Libertador en la Catedral de Buenos Aires, siempre fueron controvertidos, y se justifico su colocación en la Capilla ubicada sobre el ala norte de la Catedral, arguyendo que en ese lugar funcionaba en los orígenes de la ciudad el camposanto del que disponían todos los templos.
Las decisiones tomadas por los más encumbrados dirigentes de la generación del 80, una vez fallecida la hija del General San Martín, se ubican en el terreno de la utilización de la figura de San Martín y no del cumplimiento de sus deseos tan claramente expresados.

Por esa razón resulta imposible encontrar manifestaciones ciertas respecto de los motivos que impulsaron a los actores políticos de entonces a no cumplir con los deseos de San Martín, al punto que en 1870 se presentó don Manuel Guerrico a la Municipalidad de Buenos Aires para solicitar, en nombre de la familia del general San Martín, un terreno en el cementerio del Norte, o de la Recoleta, para colocar allí los restos del héroe. La petición se resolvió favorablemente y se acordó también que la Municipalidad construyera a sus expensas un monumento en ese terreno. El monumento no se construyó y en cambio se hizo, sí, un modesto mausoleo, sin embargo, tiempo después el terreno fue cedido a otra persona, situación que quedó sin efecto al reivindicar la corporación municipal sus derechos sobre ese terreno y quedar de su propiedad lo construido en él. Pasados los años y ya fallecida Mercedes San Martín de Balcarce, el señor Enrique Perisena, integrante de la Comisión Municipal, solicito a ésta que el mencionado mausoleo fuese mejorado y que, se comunicase al Poder Ejecutivo Nacional que se creía llegado el momento para disponer la traslación de los restos. Finalmente, también se proponía designar una comisión formada por cinco municipales para que se tratara de realizar los trámites previos a esa traslación, comisión a la que también se daba autorización para hacer los gastos necesarios. Todo fue aprobado por la Comisión Municipal el 4 de febrero de 1871.

No pasó mucho tiempo hasta que la comisión de municipales designada por la corporación porteña decidió que sería preferible la Catedral a la Recoleta como destino final para los restos de San Martín, y en consecuencia, el mausoleo proyectado seria erigido en la capilla por entonces dedicada a Nuestra Señora de la Paz.
A partir de ese momento el proceso de repatriación, ubicación y construcción del mausoleo de San Martín quedó en mano de la Comisión Central de Repatriación impulsada por el Presidente Avellaneda, que finalmente decidió que la ubicación fuera la que conocemos en la actualidad.

Evidentemente la decisión tuvo que ver con los consensos de la época. Si bien el proceso fue largo y con participación de figuras importantes de la política y la cultura de ese momento, es evidente que desde una mirada histórica, fue sesgada.

En primer lugar por que no se respetó la voluntad del propio general San Martín que deseaba que su corazón descansara en el cementerio de Buenos Aires.
Además porque sin negar la calidad de la escultura y el mausoleo, se termina prácticamente ocultando a un costado de la Catedral metropolitana, en un espacio físico no acorde con la grandeza e importancia que tiene para el conjunto de los argentinos y argentinas, aquel a quien el consenso histórico de nuestro país lo reconoce como el Padre de la Patria.

La construcción de la historia y de los personajes fundantes de una nación no son un relato objetivo, neutro, que escapa a las vicisitudes políticas de dicho país. Más bien son elaboraciones que se realizan en una constante reinterpretación del pasado.

En el momento en que se repatrían los restos del Libertador y se decide el emplazamiento del actual mausoleo, una generación política, la del 80, gobernaba de manera hegemónica el país y fijaba un horizonte que seria determinante para el futuro de Argentina.

Se fundaban ciudades y puertos, se abrían rutas, se construían edificios que no tenían nada que envidiarle a los de las principales capitales europeas, se recibían a millones de inmigrantes que venían a nuestras tierras. Nacía un país increíblemente rico y profundamente injusto que se proyectaba al mundo.

Ese país necesitaba la construcción de un relato histórico y ese relato, por supuesto, estuvo influenciado por los conflictos y guerras civiles, que ya concluían pero habían dejado sus cicatrices.

No es casual que según las narraciones y crónicas de la época, haya sido más impresionante la ceremonia de traslado de los restos de Rivadavia a su mausoleo que la del propio San Martín. Muchos no le perdonaron al Libertador de medio continente que no haya usado su sable para derramar sangre de argentinos y que no haya intervenido en la lucha entre unitarios y federales. Muerto, todavía San Martín despertaba viejos rencores en los sectores conservadores de la época.

Sin embargo fue tan potente la luz que irradio su conducta, su coherencia, su obstinada humildad y su rigurosa personalidad que jamás pudo ni podrá ser discutida su primacía en la simpatía, admiración y adhesión del pueblo argentino a su persona.
Las mentes mas lucidas de la generación del 80 necesitaban un Padre de la Patria y el pueblo argentino sin dudarlo lo adoptó como tal.

Ese fue el consenso de la época. Pero fue un consenso limitado y de alguna manera diluido por quienes gobernaban en dicho momento histórico.

Hoy es necesario revisar esos consensos y reemplazarlos por nuevos, que son el resultado de una democracia que no existía en la época en que se tomo la decisión del actual mausoleo. Millones de argentinas y argentinos necesitan proyectar un futuro y tomar fuerzas de lo mejor de nuestro pasado pero pensándolo a la luz de un tiempo no elitista. Ese pasado necesita simbolizarse en nuestro presente con correcciones y una reinterpretación más democrática de nuestra historia.

El lugar donde descansan los restos de un personaje histórico, los monumentos, los nombres de plazas y calles conllevan un mensaje, simbolizan jerarquías y preferencias y expresan conflictos políticos que muchas veces son injustos con la persona que se pretende homenajear.

Hay que liberar al Libertador de Argentina, Chile y Perú de ese pasado. San Martín merece que cumplamos su voluntad y merece también que el lugar donde descansen sus restos, sea acorde en su magnitud y visibilidad, al lugar que le hemos dado en nuestros corazones y en el de nuestra patria.





 


 








2000-2008© Registro de la Propiedad Intelectual Nº Exp. 295108
Todos los derechos reservados-diseño y webmaster: F B