Portal de Parque Chas: "estamos haciendo historia"
Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:02/05/08 Redacción ParqueChasWeb

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A 137 AÑOS DE SU INAUGURACIÓN

Un sitio web rescata el valor histórico cultural del Cementerio de la Chacarita

Se trata del portal www.cementeriochacarita.com.ar que propone un recorrido virtual por su historia y arquitectura entre otros temas.

El 14 de abril se cumplieron 137 años de la inauguración del Cementerio de la Chacarita.

Las consecuencias de la terrible epidemia de fiebre amarilla del año 1871, obligó a construir en nuestra ciudad nuevos enterratorios; ante la imposibilidad de seguir realizando inhumaciones en los cementerios ya existentes, saturados por el saldo de la anterior peste de cólera que asoló a Buenos Aires.

Como en el antiguo Cementerio del Norte, hoy de Recoleta, se prohibió enterrar los cuerpos de los vecinos que habían muerto por la fiebre amarilla, se destinaron cinco hectáreas de tierra para los fallecidos por este nuevo flagelo. Ese lugar se conoció popularmente como Cementerio Viejo y actualmente corresponden al Parque Los Andes. Estos terrenos pertenecieron a la Chacarita o Chacrita de los Colegiales que era visitada por los estudiantes pupilos del Real Colegio de San Carlos.

La historia dice que este nuevo cementerio fue habilitado públicamente el 14 de abril de 1871 siendo su primer administrador el señor Munilla y el primer inhumado don Manuel Rodríguez, de profesión albañil.

Desde la antigua estación de ferrocarril "Bermejo", ubicada en el cruce de lo que hoy son las calles Corrientes y Ecuador, llegaban los féretros de madera hasta la actual Avenida Dorrego. Aquel servicio lo cumplía "La Porteña", nuestra primera locomotora, en lo que se denominó como el “Tranvía Fúnebre”.

Fue tal la magnitud de la peste, que existen testimonios de 564 inhumaciones en un solo día, quedando reflejado en la crónica de la época el macabro espectáculo de las inhumaciones nocturnas.

El cementerio fue clausurado en 1875 pero siguió funcionando hasta el 9 de diciembre de 1886 y a comienzos de 1887 las inhumaciones comenzaron a realizarse en el Cementerio denominado “Chacarita la Nueva”.

Por Ordenanza del 30 de diciembre de 1896 su denominación fue “Cementerio del Oeste” hasta que el 5 de marzo de 1949 se establece el nombre de “Cementerio de la Chacarita”.

Esta es una breve crónica de los orígenes de nuestro vecino camposanto. Si necesita conocer más sobre este lugar, deje de lado el miedo y anímese a ingresar a www.cementeriochacarita.com.ar que desde hace dos años tiene en Internet un sitio dedicado a rescatar sus valores históricos y culturales. Hernán Santiago Vizzari su creador y webmaster declara en la página principal que es el "primer y único sitio dedicado exclusivamente al Cementerio de la Chacarita".

El portal está dividido en cinco secciones: Historia del Cementerio; tumbas de las personalidades que descasan allí eternamente , Cultura, Arquitectura y una galería de fotos antiguas y actuales. Todo el conjunto es un trabajo de alto valor patrimonial, ideal para que lo disfruten todos aquellos amantes y curiosos que quieran ampliar sus conocimientos sobre la historia de un lugar emblemático de nuestra ciudad de Buenos Aires.




Muertes de Buenos Aires

Cuaderno San Martin (1929) / Jorge Luis Borges

I

La Chacarita

Porque la entraña del cementerio del sur
fue saciada por la fiebre amarilla hasta decir basta;
porque los conventillos hondos del sur
mandaron muerte sobre la cara de Buenos Aires
y porque Buenos Aires no pudo mirar esa muerte,
a paladas te abrieron
en la punta perdida del oeste,
detrás de las tormentas de tierra
y del barrial pesado y primitivo que hizo a los cuarteadores.
Allí no había mas que el mundo
y las costumbres de las estrellas sobre unas chacras,
y el tren salía de un galón en Bermejo
con los olvidos de la muerte:
muertos de barba derrumbada y ojos en vela,
muertas de carne desalmada y sin magia.

Trapacerías de la muerte - sucia como el nacimiento del hombre -
siguen multiplicando tu subsuelo y así reclutas
tu conventillo de ánimas, tu montonera clandestina de huesos
que caen al fondo de tu noche enterrada
lo mismo que a la hondura del mar.

Una dura vegetación de sobras en pena
hace fuerza contra tus paredones interminables
cuyo sentido es la perdición,
y convencidas de mortalidad las orillas
apuran su caliente vida a tus pies
en calles traspasadas por una llamarada baja de barro
o se aturden con desgano de bandoneones
o con balidos de cornetas sonsas de carnaval.
(El fallo de destino más para siempre,
que dura en mí lo escuche esa noche en tu noche
cuando la guitarra bajo la mano del orillero
dijo lo mismo que las palabras, y ellas decían:
La muerte es vida vivida
la vida es muerte que viene;
la vida no es otra cosa
que muerte que anda luciendo.)

Mono del cementerio, la Quema
gesticula advenediza muerte a tus pies.
Gastamos y enfermamos la realidad: 210 carros
infaman las mañanas, llevando
a esa necrópolis de humo
las cotidianas cosas que hemos contagiado de muerte.
Cúpulas estrafalarias de madera y cruces en alto
se mueven -piezas negras de un ajedrez final- por tus calles
y su achacosa majestad va encubriendo
las vergüenzas de nuestras muertes.
En tu disciplinado recinto
la muerte es incolora, hueca, numérica;
se disminuye a fechas y a nombres,
muertes de la palabra.

Chacarita:
desaguadero de esa patria de Buenos Aires, cuesta final,
barrio que sobrevives a los otros, que sobre mueres,
lazareto que estas en esta muerte no en la otra vida,
he oído tu palabra de caducidad y no creo en ella,
porque tu misma convicción de angustia es acto de vida
y porque la plenitud de una sola rosa es más que tus mármoles.



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