A la memoria de Don Roberto Barreiro
Buenos Aires, Argentina /
 


Claroscuros de la política de seguridad


Por Silvia La Ruffa
Diputada de la Ciudad
Unión para Recrear Buenos Aires

El Plan Estratégico de Seguridad y Justicia 2004/2007 tiene aspectos positivos y negativos.
En primer lugar, me gustaría señalar que la principal crítica es que las medidas no conforman un plan, no hay objetivos, metas que sirvan para evaluar la implementación y evolución del plan.

Por otro lado, lo más destacable es que se hayan abordado todos los elementos del sistema de seguridad como son el componente policial, la Justicia, el servicio penitenciario y el sistema penal así como políticas sociales y educativas que tiendan la prevención del delito.
En cuanto a las propuestas de seguridad es positivo que se hayan enfocado los problemas vinculados con el crimen organizado como el lavado de dinero, el narcotráfico o el terrorismo.

Es fundamental que se apruebe la reforma para permitir que sea la justicia de cada provincia y de la Ciudad de Buenos Aires las que investiguen y juzguen los casos de comercialización minorista de drogas. La justicia federal tiene que dedicarse a investigar y perseguir a los carteles, a los grandes narcotraficantes y las justicias locales, las más cercanas a los vecinos, encargarse de la venta en los quioscos, la que afecta directamente a nuestros hijos.

Si bien soy una férrea defensora del modelo de policía comunitaria, no está claro qué significa esto en el Plan Beliz. Por lo pronto más que policía comunitaria parece que la Ciudad de Buenos Aires va a tener policías federales de primera -porque se encargan de los delitos- y policías federales de segunda -porque sólo se ocupan de las contravenciones. Y lo que es peor no está claro cuál es el nivel de vínculo y coordinación de "ambas" policías.

Las reformas a la justicia son todas muy positivas, principalmente el instituto de juicio por jurados ya que significa la participación ciudadana en la administración de justicia.
Es también loable que estemos pensando en consagrar un sistema penal juvenil, debemos ocuparnos del problema de los chicos que delinquen y no, como hacemos hoy, que -en realidad- miramos para otro lado dándolo al juez el poder arbitrario de decidir si un chico va a un instituto de menores o se vuelve a su casa por sobreseimiento por inimputabilidad. No es verdad que con un sistema penal juvenil los chicos terminen en Devoto con el Gordo Valor.
Sólo resta esperar que las políticas se implementan y evaluar el impacto para proponer modificaciones y destacar fortalezas.


Abril 2004

 
2000-2004© Registro de la Propiedad Intelectual Nº Exp. 295108
Todos los derechos reservados-diseño y webmaster: F B