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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:27/03/07  

Funciones de la nota


24 de marzo: cuadernos de la memoria, por la verdad y la justicia

Los hombres que miran desde el fondo del río



Por Horacio De Stefano
para Periódico Pintadas y ParqueChasWeb

hhdestefano@gmail.com

Los memoriosos hablan de un pueblo que quería ser. Algunos aficionados al absurdo quieren convencerse que hoy son un pueblo completo. Unos pocos dinosaurios celebran la revolución que no fue. Hay quienes siguen pensando que hay que matar al pueblo para ser país. Y están los que no juzgan, no creen, no tienen, no sueñan, no reclaman, ni recuerdan absolutamente nada.

Pero también hay de los que mantienen la memoria intacta de los días en los que había un pedazo de pueblo que se animaba a ser... me enfilo tras estos últimos. Me animo a la verdad, a juzgar la vida, porque mido con la vida y la muerte.

Hoy se analiza el pasado de este pueblo como si los hechos que compaginan la historia fueran material de estudio. Me enfilo detrás de los que se animan a la memoria sin perdonar lo imperdonable, ni olvidar, que es peor que la cobarde penitencia del que no es dios y perdona, por miedo a que la conciencia tome el coraje que no tuvo y golpee duro desde el pasado.

Por cada revolución que no llegó a Sudamérica, aparecieron varias de resultado inverso. Por cada trazo de memoria desaparecida existe todo un arsenal de recuerdos indómitos. Somos un pueblo y tal vez seamos menos de los que somos en número, contando inclusive a los que ya no están... pero, y en todo caso, esta es la historia del pueblo que quiso ser y se animó a sus consecuencias. Me animo a la verdad, por eso escribo.

Había una vez un pueblo que quería ser...: 1930, '43, '55, '62, '66, '76, 1983... fechas, años que quiebran en pedazos los años, los tiempos de nuestra historia contemporánea. Hoy, marzo de 2007. Más de 23 años de democracia desde Raúl Alfonsín, contra 53 años continuos de inestabilidad institucional que los antecedieron, a partir de José Félix Uriburu en 1930.

Seis golpes militares nos pasaron desde entonces, tomas y desprecios del poder, uniformes contra camisas, disciplina dictatorial contra pensamiento filosófico, políticos sacrificados y políticos que vendieron el alma al demonio, pesadillas contra sueños, mentiras escupidas en la cara contra verdades acalladas a palos. Nunca fue el pueblo contra el pueblo. Siempre fue el pueblo argentino contra su inversa.

Quien haya ideado ese mapa ideológico que cubrió de pozos no sólo a la Argentina, sino también a Latinoamérica, en parte logró su cometido. Pero sólo en parte, y así incluso, es demasiado lo perdido.

Pueblos reorganizados sobre sociedades fragmentadas, actualmente sin un fundamento filosófico que tienda a buscar el crecimiento social junto al crecimiento del país... se entiende lo que digo?. No somos una manga de despreocupados que se abrazan desesperadamente al sálvese quién pueda. Peor que eso, se crearon vacíos en nuestra sociedad y no supimos o no tuvimos la grandeza de seguir de la mano para no separarnos.

Hubo hace muchos años algo así como un caudal de sangre en las venas del pueblo, que unía las células de la sociedad... lo que no entendimos es que la sangre vertida en las calles debía ser esa unión y no quedar simplemente en sangre seca.

Pero no está seca mientras haya algunos, varios, muchos o pocos, pero haya quienes sigan animándose a ser. Simplemente ser.

Siempre fue el pueblo contra su inmensa inversa. Moreno contra el veneno, el pensamiento contra el interés. Desde el año 2002, el 24 de marzo fue declarado "Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia"... perfecto, es justo, pero hasta ahora parece ser apenas un título para acariciar la frente de los votantes.

La fecha de marzo corresponde al recordatorio del comienzo de la última dictadura militar disparada contra el cerebro y el alma de la Argentina... (otros males extranjeros nos afligen todavía, pero esa es una memoria aún más compleja). Hablamos de lo que fue un largo camino de golpes de Estado que comenzaron en 1930, con la toma del poder por parte del mencionado anteriormente Uriburu, quien derrocó a Yrigoyen, inaugurando además la década infame, marcada por la corrupción institucional (peor que ahora, aunque parezca imposible) y el fraude electoral.

Desde el '30 al '43 esa fue la historia: a Uriburu lo siguieron Agustín P. Justo, Roberto Ortiz y Ramón Castillo, comprando votos y rasgando una democracia nominal, sin peso. El golpe de 1943 puso al Gral. Ramírez al frente de la Casa Rosada, reemplazado en el '46 por Farrell, quien ubicó en el mapa político de primera plana a Juan Perón, como Secretario de Trabajo y Previsión Social.

Es una afirmación muy pobre y usada decir que una mala democracia siempre es mejor que cualquier otra opción de gobierno... pobre, usada y muy acertada. Cuando Perón llega a la presidencia, en 1946, el país encara una transformación hacia la política social y el desarrollo económico.

Perón fue elegido dos veces por inmenso apoyo del pueblo, hasta que nuevamente un golpe militar corre a la democracia del palacio. 1955, Lonardi, la Revolución Libertadora, ja (engrupiendo a las agrupaciones ecologistas con la liberación de gorilas?)… aviones sobre la Plaza de Mayo, la iglesia a salvo, del lado de los horribles, claro (algunas artimañas también siempre fueron pobres y muy usadas).

Después de Lonardi vendría Aramburu a reinstalar la Constitución de 1853... y de nuevo democracia, y de nuevo golpe, y democracia y... 1958 puso a Frondizi al frente de un gobierno democrático, derrocado por Guido en el 62', imponiendo un golpe y sosteniendo un gobierno civil de facto. En el '63: Illia y la democracia de nuevo, sin respaldo popular, terminó barrido por la milicada de Onganía en el '66... y Levingston, y Lanusse.

La democracia de 1973 tuvo a Cámpora al frente del sillón solamente para volver a convocar a elecciones. Y Perón entraba de nuevo a la Casa Rosada, luego de la masacre de Ezeiza. Un Perón ya viejito, sin la fuerza que otrora infundiera Evita, diría que casado con la mafia, débil, muriéndose.

Ya no era el líder amado por las masas obreras… su pensamiento, dueño de una mística popular, del mayor genio ideológico y la más grande coherencia institucional táctica para llevar sociedad y país a un mismo puerto, ya estaba agonizando con su salud. Al fallecer, en medio de discusiones con su gran aliado, el pueblo, tomó el gobierno María Estela Martínez, que no era Eva Duarte, ni por fuerza, ni por ideales.

Me gusta repasar la historia de tanto en tanto... ya sabemos cómo es esta milonga, pero hace falta repasarla, porque atrás nuestro vienen los que no la vieron pasar y, creo, necesitan verla. Entre los desmemoriados, los falsos ateos y los menores (que no saben), el presente es la duda constante de nuestra identidad nacional, entre otras dudas. Por eso digo, por eso escribo.

Desde la presidencia de Isabelita, o María Estela Martínez, hasta que la derrocaran Videla y sus boys, lo que pasó fue el caos de la autoridad y la injusticia. Con Videla llegó la autoridad del caos, y también la injusticia. Pero volviendo a Isabel Perón, los puntos más críticos de este último período antes del gran golpe del '76, estuvieron en unas pocas cabezas encargadas de empezar a desgarrar, o seguir desgarrando, el alma del pueblo.

El terrible fracaso del plan económico de Celestino Rodrigo, frente a la crisis con el Mercado Común Europeo... el Rodrigazo, 175% de aumento en los combustibles y otros insoportables aumentos en las tarifas de los servicios públicos, dejó al asalariado muy mal parado, y a la CGT boquiabierta, sin reacción... de hecho, los sindicalistas que reaccionaron fueron convencidos por el gobierno o callados a palos, dejando la cúpula de la CGT en manos de los menos audaces o más amigables con el poder. Y el 38% de aumento salarial ofrecido como última opción no era suficiente, y además era humillante.

Las protestas populares iban creciendo, y el gobierno de Isabelita no tuvo mejor idea que frenarlas, cortando de raíz la mala costumbre de "pensar" que solía apoderarse de la sociedad. Salió a la calle entonces la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), al mando del Ministro de Bienestar (bienestar?) Social: el Brujo López Rega. Empezaron así las persecuciones a intelectuales, artistas, sindicalistas y todo "elemento" considerado de izquierda, como si la izquierda tuviera el patrimonio de la dignidad y la justicia social (probablemente así sea, que nadie se ofenda).

Las luchas sindicales se acentuaban a medida que se acentuaba la persecución... muchos se fueron, otros empezaron a ser idos... la renuncia del Brujo ya no sirvió de nada... el veneno ya estaba en la comida y Moreno estaba en medio del mar. En 1975, con Antonio Cafiero en Economía, el costo de vida creció un 334,8%. Inflación, desempleo, huelgas... caos en la autoridad, muerte en la calle, perfecto prefacio para la novela del golpe.

El incremento de las acciones armadas por parte del pueblo, habilitó a intensificar indiscriminadamente la represión. Y todo se agravó aún más cuando el nuevo ministro del Interior, Angel Robledo, dio a las Fuerzas Armadas (como dije, no más que una milicada, ahora con poder) la responsabilidad total de la lucha contra la subversión.

Ese es el momento preciso en que el gobierno le firma el contrato al demonio... los que la peleaban en la calle y los dirigentes sindicales fueron los primeros en recibir los golpes. Se intensificó la represión ilegal. Los sectores empresariales comenzaban a volcarse, por miedo, a las tendencias golpistas... todo se entendió al revés. La UCR advirtió en un comunicado de febrero del '76 sobre la inminencia de un golpe de Estado, y ante la debilidad del gobierno, gran parte del pueblo comenzó a ver a los militares como una salida del caos... todo se entendió al revés.

Desde principios de marzo del '76, algunos movimientos militares excusados en la lucha contra la subversión, sirvieron para que la milicada tomara en la ciudad puestos estratégicos.

Y el 24 ocurrió lo que muchos esperaban: el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón, abriendo paso al "Proceso de Reorganización Nacional", encabezado por la cúpula militar que dejó a Jorge Rafael Videla como presidente de facto.

Aparece, entre otros personajes, un cuco de cuentos de horror: el ministro de economía, José Alfredo Martínez de Hoz, el oreja, implementando un plan económico que, si bien terminó de hundir al país, era totalmente coherente con el objetivo del gobierno militar... precisamente, hundirnos. Las deudas externas, pública y privada, rápidamente se duplicaron, multiplicándose aún más para el Estado, al nacionalizar la deuda privada... "Yo me hago cargo de la mesa", dijo el general, como si estuviera cenando en un bodegón y quisiera pagarle a los amigos la comida y las minas... y algo así fue.

La Junta Militar impuso el terrorismo de Estado, pero fuera de tratar de frenar las acciones guerrilleras (no serían las acciones patrióticas?), desarrolló un plan destinado únicamente a destruir toda forma de participación popular existente. Sometidos por el terror, eso fuimos en aquellos años, con herramientas implacables que la milicada manejaba con total comodidad en su destino: matar a un país, desaparecer hombres, razones, cultura, idea, pensamiento, dignidad... a veces creo, no sin quedarme perplejo y dolorido al entenderlo, que la Argentina soñada bien podría ser un mito como la Atlántida...: muchos de nuestros mejores hombres están en el agua.

Y aparecieron los venenosos designios que nos atropellaron la fe, como si hubieran abierto una caja de Pandora para sudacas: La censura, la guerra sucia, la mentira oficial, la terrible represión ilegal, los grupos armados paramilitares, los centros clandestinos de detención, la insoportable tendencia militar a prostituir la palabra "patria", la muerte, el miedo, los secuestros, las desapariciones... nuestra cultura se dividió entre los que se iban o morían, y los que se quedaban lamiéndole las medias a los militares... no me olvido de algunas declaraciones imperdonables, hechas por tipos que hoy son símbolos de nuestras letras, asegurando que el general Videla "es un hombre culto y una persona de bien"... (ya me habían informado sobre la confabulación que utiliza a la sombra para manejar desde la ceguera).

Ese era nuestro país entonces... un pozo de muerte para la sociedad. Los que se animaban a luchar contra la destrucción, eran secuestrados, a veces junto a familiares, amigos y demás inocentes, escondidos en los CCD, esos chupaderos llamados centros clandestinos de detención, donde se los torturaba y mataba, para luego ser ocultados en fosas comunes o arrojados al Río de La Plata. Existieron 340 centros de detención en todo el país, la mayoría plantados a los ojos de la población, como la Escuela de Mecánica de la Armada y otras propiedades militares, policiales e incluso civiles (porque la policía, Federal y Provincial, y muchos civiles, también hicieron lo suyo).

Para qué hablar de los niños, hijos de desaparecidos, secuestrados y entregados a autoridades militares o familias relacionadas con ellos. Y los otros niños, los nacidos en los centros de detención, o los que morían antes de nacer, en el cuerpo de las mujeres embarazadas. La Conadep constató 9 mil casos de desaparecidos, pero los organismos de derechos humanos hablan de más de 30 mil... esto es lo que no podemos olvidar, el grito de justicia, el rabioso grito de justicia, dignidad y vida.

El cuento de la Junta, que tuvo final en diciembre de 1983, nos dejó además un cementerio en las Malvinas y un dolor profundo en la cara de muchos veteranos de guerra. Pensando en la última dictadura, me pregunto qué se enseña en las escuelas militares en relación a la palabra "patria"... porque no es mi patria la patria de esos militares. Y las nuevas camadas milicas todavía no nos supieron demostrar que entienden lo que significan términos como patria, país, sociedad, pueblo, libertad, vida...

A veces creo que mi amor desmesurado por el Río de la Plata es un latido hondo y sublime que viene desde el corazón de mis hermanos, dormidos en su lecho con el sueño de la Argentina... por eso amo a "mí" río... sí señor, por eso. Por eso, por ellos, por ustedes, sigo creyendo. Por eso no me voy a ir nunca. Por eso escribo, por eso digo.


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